El pasado 26 de junio, el Papa Francisco creó una poderosa comisión investigadora del banco.
El portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, ofreció ayer una rueda de prensa en la Sala Stampa.
Hace un par de meses, el banco del Vaticano (IOR) abrió su página Web. Este martes presentará su primer balance público en setenta años de actividad desde que fue creado por Pío XII en 1942. Son pasos tardíos pero en la buena dirección, marcada por Benedicto XVI y acelerada vigorosamente por Francisco. El «banco del Papa» tiene que dejar de ser una covacha oscura utilizada por delincuentes italianos —con grave descrédito de la Iglesia católica—, y situarse en el pelotón de cabeza de Europa en cuanto a transparencia y ética.
El pasado 26 de junio, el Papa Francisco creó una poderosa comisión investigadora del banco, presidida por el cardenal Renato Farina. Unos días más tarde dimitieron el director general, Paolo Cipriani, y el subdirector general, Massimo Tulli, investigados por la justicia italiana por 13 presuntos delitos de lavado de dinero.
La gota que colmó el vaso fue el arresto del jefe de contabilidad de la Administración del Patrimonio de la Santa Sede, Nunzio Scarano, conocido como «monseñor 500 euros» por su afición a manejar fajos de billetes. Fue pillado «in fraganti» organizando una operación de contrabando de divisas: traer 20 millones de euros propiedad de unos armadores napolitanos desde Suiza a Italia bajo cobertura del Vaticano.
Un banco normal
Desde entonces, el grupo norteamericano Promontory —especializado en la lucha al lavado de dinero— ha intensificado la revisión de cada una de las 18.900 cuentas de empleados del Vaticano, entidades religiosas y diplomáticos para asegurar que nadie las esté «prestando» para encubrir movimientos de dinero de facinerosos italianos. El nuevo presidente del IOR, Ernst von Freyberg, quiere que el banco esté absolutamente «limpio» antes de final de año.
El balance que se presenta corresponde al ejercicio 2012, cerrado con beneficios de 86,6 millones de euros. No es una gran cifra, pero resulta positiva para un banco pequeño en un año difícil. El «secreto» de los beneficios es pagar intereses muy bajos a los depositantes y colocar el dinero en fondos internacionales que dan un rendimiento mayor. Con esa diferencia se cubren los gastos de gestión, también modestos, pues el banco tiene sólo una oficina y un total de 114 empleados. Como en el Vaticano no hay impuestos, lo que queda es beneficio, que se pone a disposición del Papa para cubrir parte de los costes de la Curia vaticana.
Los datos más interesantes del documento de 100 páginas, certificado por KPMG, se refieren a los activos, cuyo total asciende a 7.100 millones de euros, el tamaño de un banco provincial.
El IOR administra como banco soberano 800 millones de euros propiedad del Vaticano. A su vez, gestiona como banco de inversiones 3.200 millones de euros de sus clientes, y maneja como banco comercial 3.100 millones de euros de cuentacorrentistas.
En la presentación del balance no habrá conferencia de prensa. El director general y el subdirector general dimitieron y están encausados. El presidente, Ernst von Freyberg, prefiere no hablar del ejercicio del 2012, puesto que asumió su cargo el 15 de febrero del 2013. Su gran objetivo es cerrar el ejercicio del 2013 como un banco «normal».